Sabemos que cuando un alumno empieza a percibir como mejora su trabajo con la realización de ejercicios, que sus dedos obedecen las órdenes dictadas por su cerebro, el trabajo se va haciendo más grato, diciéndose a sí mismo "esto funciona", lo que no cabe duda supone un estímulo mayor que la práctica inconsciente -con la mente puesta en otra cosa- que en la mayoría de los casos conduce a desilusiones constantes al comprobar la falta de avance en el rendimiento que todos deseamos alcanzar.