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EL SEÑOR JIM
created Feb 9th 2015, 11:35 by MAITE
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Aquel hombre privilegiado abrió el paquete y examinó su interior; luego, tras volver a dejarlo, caminó hasta una ventana. Sus habitaciones estaban en el piso superior de un alto edificio, y su mirada podía llegar lejos a través de los cristales, como si estuviera mirando por el de la linterna de un faro. Los tejados en pendiente relucían; sus cimas, oscuras, y quebradas, se sucedían sin fin, como olas sombrías y sin cresta; y desde la profundidades de la población que yacía a sus pies llegaba un murmullo confuso e incesante. Las agujas de las iglesias, numerosas, esparcidas al azar, se alzaban como balizas un un laberinto de bajos carente de un canal; la lluvia torrencial se mezclaba con la penumbra progresiva propia de un anochecer invernal; y las campanadas de un gran reloj que daba la hora desde una torre, retumbaron con voluminosos y austeros estallidos de sonido, con un grito agudo y vibrante latiendo en cada una de ellas. Corrió las pesadas cortinas.
La luz de su lámpara de mesa con pantalla caía adormilada, igual que un estanque abrigado; sus pasos no hicieron ruido sobre la alfombra; sus días de vagabundeo habían tocado a su fin. Se acabaron los horizontes tan ilimitados como la esperanza; ya no más penumbras sumidas en unas junglas solemnes como templos en la febril búsqueda del País-Nunca- Descubierto que pudiera estar detrás de aquella colina, al otro lado de ese río, más allá de esta ola. ¡Resonaban las campanas dando la hora! ¡Nunca más! ¡Nunca más!... pero el paquete abierto que yacía iluminado por la lámpara le trajo los sonidos, las visiones, el sabor mismo del pasado: una multitud de rostros que se desvanecían poco a poco, un tumulto de voces suaves, que se iban apagando sobre las costas de mares lejanos, bajo una luz solar apasionada y sin consuelo. Suspiró y se sentó disponiéndose a comenzar la lectura.
A primera vista distinguió tres textos diferentes. Un buen número de páginas escritas con letra y cosidas para formar un solo grupo; un folio cuadrado suelto, de una papel grisáceo, escrito con una letra que no había visto nunca y un carta aclaratoria de Marlow. De esta última cayó aún otra carta, amarillenta ya por los años y raída en los pliegues. La recogió y, dejándola a un lado, pasó a leer el mensaje de Marlow; ojeó rápidamente las líneas de introducción y, controlándose, comenzó desde ese momento a leer con una lentitud deliberada, como quien se acerca con paso lento y mirada atenta a lo que puede ser un país aún sin descubrir.
La luz de su lámpara de mesa con pantalla caía adormilada, igual que un estanque abrigado; sus pasos no hicieron ruido sobre la alfombra; sus días de vagabundeo habían tocado a su fin. Se acabaron los horizontes tan ilimitados como la esperanza; ya no más penumbras sumidas en unas junglas solemnes como templos en la febril búsqueda del País-Nunca- Descubierto que pudiera estar detrás de aquella colina, al otro lado de ese río, más allá de esta ola. ¡Resonaban las campanas dando la hora! ¡Nunca más! ¡Nunca más!... pero el paquete abierto que yacía iluminado por la lámpara le trajo los sonidos, las visiones, el sabor mismo del pasado: una multitud de rostros que se desvanecían poco a poco, un tumulto de voces suaves, que se iban apagando sobre las costas de mares lejanos, bajo una luz solar apasionada y sin consuelo. Suspiró y se sentó disponiéndose a comenzar la lectura.
A primera vista distinguió tres textos diferentes. Un buen número de páginas escritas con letra y cosidas para formar un solo grupo; un folio cuadrado suelto, de una papel grisáceo, escrito con una letra que no había visto nunca y un carta aclaratoria de Marlow. De esta última cayó aún otra carta, amarillenta ya por los años y raída en los pliegues. La recogió y, dejándola a un lado, pasó a leer el mensaje de Marlow; ojeó rápidamente las líneas de introducción y, controlándose, comenzó desde ese momento a leer con una lentitud deliberada, como quien se acerca con paso lento y mirada atenta a lo que puede ser un país aún sin descubrir.
