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Historia 2.Manifiesto de los persas
created May 20th, 20:14 by ErcTyper
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Este texto es un fragmento del Manifiesto de los Persas. Es por lo tanto, un texto político de fuente
histórica primaria y de naturaleza narrativa que supone una justificación ideológica del absolutismo
y sus características. Los autores son un grupo de diputados absolutistas de las Cortes de Cádiz que
lo escriben para el rey Fernando VII con la intención de que este no firme la Constitución de 1812 y
restaure el Antiguo Régimen, aunque en úlimo término está dirigido a toda la nación española. Se
atribuye su realización al abogado sevillano Bernardo Mozo de Rosales. Se redactó en abril de 1814
para entregárselo al rey, tras la derrota de las tropas napoleónicas y la firma del tratado de Valençay.
El monarca regresaba de su exilio en Francia tras la Guerra de Independencia, y su lectura
convenció a Fernando VII de efectivamente no aceptar la Constitución, recuperar el Antiguo
Régimen y perseguir a los liberales.
El texto se organiza en tres párrafos. En el primero, los autores denuncian que las Cortes de
Cádiz no representan a los españoles, haciendo una analogía con las costumbres de los antiguos
persas: hay un caos similar a los de ellos por el advenimiento de las ideas liberales. En el segundo,
alaban las virtudes del absolutismo, con frases como que “la monarquía absoluta (...) es una obra de
la razón y la inteligencia”. En el tercero, solicitan al rey que no acate la Constitución ni los decretos
de Cádiz, y que se celebren Cortes como las tradicionales: “que V.M. (...) manifieste (...)
la necesidad de remediar lo actuado en Cádiz”.
Fernando VII regresó a España en abril de 1814. El 4 de mayo, declaró nulos y sin ningún valor ni
efecto la Constitución y los decretos de Cádiz. Se restablecieron las instituciones del Antiguo
Régimen, como la Inquisición, se persiguió a los liberales, se abolió la desamortización y se inició
un período de absolutismo, el Sexenio Absolutista (1814 – 1820), en el que se dieron
pronunciamientos liberales sin éxito. El rey reprimía con dureza cualquier oposición, por lo que
muchos tuvieron que exiliarse. En 1820, Rafael del Riego realizó un pronunciamiento exitoso que
obligó al rey a reinstaurar la Constitución y el liberalismo durante tres años, el Trienio Liberal
(1820 – 1823). Los liberales se dividieron en moderados, que creían imprescindible la colaboración
de la monarquía en las reformas; y veinteañistas, que querían que la revolución siguiera avanzando.
Sin embargo, por petición del rey y los absolutistas en 1823 las potencias de la Santa Alianza
intervinieron en España y restituyeron a Fernando VII como monarca absoluto en un nuevo período,
la Década Ominosa (1823 – 1833).
Durante la Década Ominosa, Fernando VII aceptó algunas medidas cercanas al liberalismo,
aunque se mantenía el Antiguo Régimen. Se formaron dos tendencias: los más absolutistas, que se
acercaron a su hermano, Carlos María Isidro, y los ministros próximos a un liberalismo moderado.
En tiempos de Fernando VII existía la Ley Sálica, que impedía reinar a las mujeres; el rey firmó la
Pragmática Sanción, que la derogaba. En 1833, el rey murió y se proclamó reina a su hija Isabel II.
Los sectores más absolutistas no reconocieron la Pragmática Sanción ni a Isabel II y proclamaron
rey a Carlos María Isidro. Los liberales se pusieron del lado de Isabel II y su madre María Cristina a
cambio de reconocimiento. Se inició así la primera de las Guerras Carlistas, que sacudieron el siglo
XIX y generaron inestabilidad política y económica, dificultando la consolidación del liberalismo
en España.
histórica primaria y de naturaleza narrativa que supone una justificación ideológica del absolutismo
y sus características. Los autores son un grupo de diputados absolutistas de las Cortes de Cádiz que
lo escriben para el rey Fernando VII con la intención de que este no firme la Constitución de 1812 y
restaure el Antiguo Régimen, aunque en úlimo término está dirigido a toda la nación española. Se
atribuye su realización al abogado sevillano Bernardo Mozo de Rosales. Se redactó en abril de 1814
para entregárselo al rey, tras la derrota de las tropas napoleónicas y la firma del tratado de Valençay.
El monarca regresaba de su exilio en Francia tras la Guerra de Independencia, y su lectura
convenció a Fernando VII de efectivamente no aceptar la Constitución, recuperar el Antiguo
Régimen y perseguir a los liberales.
El texto se organiza en tres párrafos. En el primero, los autores denuncian que las Cortes de
Cádiz no representan a los españoles, haciendo una analogía con las costumbres de los antiguos
persas: hay un caos similar a los de ellos por el advenimiento de las ideas liberales. En el segundo,
alaban las virtudes del absolutismo, con frases como que “la monarquía absoluta (...) es una obra de
la razón y la inteligencia”. En el tercero, solicitan al rey que no acate la Constitución ni los decretos
de Cádiz, y que se celebren Cortes como las tradicionales: “que V.M. (...) manifieste (...)
la necesidad de remediar lo actuado en Cádiz”.
Fernando VII regresó a España en abril de 1814. El 4 de mayo, declaró nulos y sin ningún valor ni
efecto la Constitución y los decretos de Cádiz. Se restablecieron las instituciones del Antiguo
Régimen, como la Inquisición, se persiguió a los liberales, se abolió la desamortización y se inició
un período de absolutismo, el Sexenio Absolutista (1814 – 1820), en el que se dieron
pronunciamientos liberales sin éxito. El rey reprimía con dureza cualquier oposición, por lo que
muchos tuvieron que exiliarse. En 1820, Rafael del Riego realizó un pronunciamiento exitoso que
obligó al rey a reinstaurar la Constitución y el liberalismo durante tres años, el Trienio Liberal
(1820 – 1823). Los liberales se dividieron en moderados, que creían imprescindible la colaboración
de la monarquía en las reformas; y veinteañistas, que querían que la revolución siguiera avanzando.
Sin embargo, por petición del rey y los absolutistas en 1823 las potencias de la Santa Alianza
intervinieron en España y restituyeron a Fernando VII como monarca absoluto en un nuevo período,
la Década Ominosa (1823 – 1833).
Durante la Década Ominosa, Fernando VII aceptó algunas medidas cercanas al liberalismo,
aunque se mantenía el Antiguo Régimen. Se formaron dos tendencias: los más absolutistas, que se
acercaron a su hermano, Carlos María Isidro, y los ministros próximos a un liberalismo moderado.
En tiempos de Fernando VII existía la Ley Sálica, que impedía reinar a las mujeres; el rey firmó la
Pragmática Sanción, que la derogaba. En 1833, el rey murió y se proclamó reina a su hija Isabel II.
Los sectores más absolutistas no reconocieron la Pragmática Sanción ni a Isabel II y proclamaron
rey a Carlos María Isidro. Los liberales se pusieron del lado de Isabel II y su madre María Cristina a
cambio de reconocimiento. Se inició así la primera de las Guerras Carlistas, que sacudieron el siglo
XIX y generaron inestabilidad política y económica, dificultando la consolidación del liberalismo
en España.
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