En una de lluvia, Sofía encendió su computadora para practicar mecanografía. De pronto, las letras del teclado comenzaron a brillar con una luz dorada. Cada vez que presionaba una tecla, salían pequeñas chispas que formaban palabras en el aire. Sofía escribió su nombre y el teclado respondió con un saludo. Después escribió "bosque", y al instante apareció la imagen de un árbol en la pantalla. Maravillada, siguió escribiendo: "pájaro", "río", "sol", y todo cobró vida frente a sus ojos. De repente, una voz suave salió del monitor y dijo: "Escribe con cuidado, porque cada palabra tiene poder". Sofía sonrió y escribió: "amistad", "alegría" y "esperanza". Entonces el cuarto se llenó de luz y música. Cuando la lluvia paró, el teclado dejó de brillar. Sin embargo, Sofía nunca olvidó que las palabras pueden crear mundos, solo hace falta escribir con el corazón.