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Prueba de perfección nº 4

created May 20th 2016, 15:03 by JRVidal


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Todos somos conscientes ya de que algunos adelantos científicos y tecnológicos, a pesar de su utilidad, pueden conllevar desagradables efectos secundarios. Existe una tendencia progresiva a obrar con cautela antes de comprometer al mundo en algo que puede no ser reversible. El problema está en que no siempre resulta fácil predecir qué efectos secundarios van a surgir. En mil ochocientos cuarenta y seis, Ascanio Sobrero fabricó nitroglicerina por primera vez en la historia. Al calentarla, una gota de aquella substancia explotó con violencia incontenible. El químico italiano se dio cuenta de las horribles aplicaciones que aquello podría tener en la guerra e interrumpió sus investigaciones de inmediato, lo cual, evidentemente, no sirvió de nada. Otros investigadores siguieron sus pasos, y a finales del siglo diecinueve se empleaban en la guerra aquel y otros explosivos de la misma potencia. ¿Supuso esto que los altos explosivos fueran totalmente negativos? En mil ochocientos sesenta y siete, Alfred Nobel mezcló nitroglicerina con trípoli para producir una sustancia menos peligrosa a la que llamó "dinamita". Gracias a ella, podía removerse el terreno a ritmos muy superiores a los del pico y la pala, y sin necesidad de someter a los hombres a un trabajo tan duro. La dinamita contribuyó a abrir el camino al ferrocarril, a la construcción de presas, trenes metropolitanos, cimientos, puentes y cientos de otras obras de grandes magnitudes de la era industrial. Desde sus comienzos, un arma de doble filo ha pendido sobre la tecnología humana. La invención del cuchillo y la lanza incrementó el suministro de alimentos... y perfeccionó el arte de matar. Ahora, el descubrimiento de la energía nuclear coloca a la Tierra bajo la amenaza de destrucción y, al mismo tiempo, ofrece la posibilidad de la fusión como respuesta definitiva a los problemas energéticos del hombre. Pensemos si no en la primera vacunación con éxito, lograda en mil setecientos noventa y seis, y en la teoría patológica de los gérmenes formulada en la década de mil ochocientos sesenta. ¿Consideramos acaso que el progreso médico es peligroso para la humanidad o nos negamos a beneficiarnos de las medicinas y antitoxinas, de la anestesia y la asepsia, de los preparados químicos y de los antibióticos? Y no obstante, los efectos secundarios de los descubrimientos médicos del pasado siglo han contribuido más a la destrucción del género humano que nada de lo conseguido por los físicos nucleares. El actual incremento de la población no se ha producido por un aumento de la tasa de natalidad, sino por la disminución de la mortalidad debida a la medicina. ¿Significa esto que la medicina debería haberse abstenido a mejorar la suerte humana manteniendo una corta duración para su vida?¿O supone que debemos emplear la ciencia para corregir los posibles efectos perniciosos, buscar métodos que faciliten la reducción de la tasa de natalidad y mantener la disminución de la mortalidad? Evidentemente, se trata de esto último. Actualmente, la ciencia y la tecnología disfrutan de mala prensa. Los jóvenes, que desprecian cada vez más el materialismo de nuestra cultura, hablan de volver a una vida más sencilla, propia de la era preindustrial y precientífica. No se dan cuenta de que "aquel bello tiempo pasado" era en realidad una época de ignorancia, enfermedad, esclavitud y muerte. Se pintan a mismos en Atenas, hablando con Sócrates y presenciando la última tragedia de Sófocles... nunca como esclavos sojuzgados en las minas de plata atenienses. Se imaginan a mismos como caballeros medievales cubiertos de armaduras... nunca como hambrientos campesinos. Pero, hasta los tiempos modernos, la riqueza y prosperidad de unos pocos se ha erigido sobre el trabajo bestial y la desgraciada existencia de muchos: campesinos, siervos y esclavos. Además, no se podía hacer nada por remediar tal situación. La esclavitud y el sometimiento económico se consideraban naturales. Hasta que la ciencia no ocupó un papel prominente no se reconoció la esclavitud como un mal ni se logró su abolición. Quien lo consiguió fue el científico, al que se supone frío y preocupado por asuntos ajenos a los ideales. Sus investigaciones lograron que se uncieran las fuentes energéticas del mundo inanimado. Dado que el vapor, la electricidad y los enlaces hertzianos podían realizar el trabajo, ya no había necesidad del comparativamente débil y fallido músculo humano... y la esclavitud empezó a desaparecer.

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