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Prueba de velocidad

created Feb 16th 2017, 18:03 by JRVidal


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Sabemos ya que el mercado es el conjunto de actos de compra y de venta de unos bienes económicos en un momento dado y en lugar determinado. En cuanto a las relaciones externas del mercado, puede ocurrir que los sujetos económicos sean libres para efectuar las transacciones y en este caso el mercado se denomina libre, o, por contra puede existir un poder extraño al propio mercado (el Estado, por ejemplo) que impone en las transacciones las cantidades, los precios o ambas cosas a la vez; en este caso estamos en presencia de un mercado regulado o intervenido. Con respecto a la composición interna del mercado, puede ocurrir que los compradores conozcan las propuestas de todos los vendedores y puedan elegir la mejor y, a su vez, los vendedores conozcan las propuestas de todos los compradores y puedan decidir razonadamente. En este caso estamos en un mercado transparente. En el supuesto de que este conocimiento no se produzca surgen en el mercado razonamientos o fricciones. En relación a la mercancía, cuando en el mercado puede encontrarse e identificarse un determinado bien, se denomina perfecto; si, por el contrario las propiedades de las mercancías se desconocen y aparecen en cada artículo diversos grados o calidades, el mercado se denomina imperfecto. Por último, por lo que se refiere a los elementos personales, puede ocurrir que cada sujeto considere el precio como independiente de su actuación, informado por la acción conjunta de las fuerzas que concurren en el mercado; en este caso estamos ante un mercado normal. En cambio, cuando algunos sujetos puedan actuar sobre el precio o sobre las cantidades, se dice que está el mercado forzado. Los supuestos del equilibrio entre la oferta y la demanda, estudiados anteriormente, se dan suponiendo que el mercado es libre, transparente, perfecto y normal. Pero lo cierto es que en la realidad los mercados forzados se dan frecuentemente, perjudicando el mecanismo de equilibrio descrito en la presente unidad. Cuando compiten un número reducido de grandes empresas estamos ante un mercado oligopolístico. Si el mercado de oferta está dominado por una sola empresa, estamos ante un caso de monopolio. Los trastornos producidos por el monopolio son obvios. En condiciones de competencia perfecta la empresa aumentará su producción hasta que su coste marginal sea igual al precio. De esta forma se producirá hasta el máximo de una manera conjunta a costes y precios mínimos. En cambio, para un monopolista, un aumento de producción supone un aumento de la oferta total y, por consiguiente, una baja del precio. El monopolista reducirá entonces su producción para igualar el coste marginal al precio nuevo más bajo y, al resistirse a perder ingresos, forzará nuevamente la subida del precio. De esta manera el monopolio produce menos y a precios más altos que en situaciones de competencia perfecta. Los primeros economistas acostumbraban a dividir en tres los llamados factores de producción: tierra, trabajo y capital. Hoy ya no se considera suficiente esta división, pues ninguno de estos factores se presenta de una manera pura. Y así, la tierra, abonada y con instalaciones agrícolas, no es igual a la misma tierra sin tales añadidos. El trabajo de un peón sin calificar es muy distinto del que desempeña un médico después de años de estudios. La inversión en tiempo y dinero, que hace falta para formar a un médico, podría entenderse como una "capitalización" del hombre. El capital, entendido como todo elemento auxiliar de la producción que el hombre ha confeccionado para aumentar su productividad, mezcla o puede aglutinar recursos naturales y trabajo. Por todo ello, algunos autores modernos agrupan todos los factores productivos bajo el concepto genérico de capital. No obstante, para simplificar nuestro estudio, agruparemos los factores de producción en los tres grupos tradicionales. En realidad, incluso los primeros economistas, admitieron que usaban la palabra tierra para designar todos aquellos factores de producción cuya oferta no puede aumentarse, como la fuerza hidráulica, los yacimientos y la tierra agrícola, etc. El medio en que el hombre desarrolla sus actividades tiene una gran importancia en sus resultados. El clima, la hidrografía y, en general, los condicionamientos físicos y naturales de nuestro globo terráqueo limitan las posibilidades del hombre. De todos es sabido que las dos terceras partes de nuestro planeta están cubiertas de agua, y las reservas mundiales de recursos naturales, de la otra tercera parte, bajan a medida que hacemos uso de ellas. Lógicamente, la producción de la tierra dependerá de la calidad natural del suelo, pero, en cualquier caso, si a una unidad de tierra se le aplican cantidades fijas en aumento de otro factor productivo (trabajo, por ejemplo), los rendimientos obtenidos cada vez van siendo menores hasta llegar un punto en que son cero. A esto se le denomina la ley de los rendimientos decrecientes. Paralelamente, cuando se está en una situación productiva de rendimientos decrecientes, se está también en una situación de costes crecientes, ya que a menor productividad, mejor coste medio de producción. Aun cuando no es tema puramente económico, queremos señalar que el uso del factor tierra constituye un punto socialmente muy sensible, motivo de controversias, ya que inicialmente la tierra virgen fue dada y no tiene coste alguno. El factor trabajo se define como la capacidad del esfuerzo físico e intelectual del hombre, aplicada a la satisfacción de sus necesidades. Este factor depende fundamentalmente de la población. Pero es bien sabido que ni los niños ni los ancianos desempeñan funciones productivas, por tanto, el trabajo está en razón de lo que se denomina población activa. El hombre es el factor productivo por excelencia y al tiempo es consumidor de bienes y servicios; por ello, la explosión demográfica de nuestro siglo veinte ha obligado a la humanidad a recordar la terrible aseveración de Thomas R. Malthus, quien en mil setecientos ochenta y cinco admitió que la población crecía en progresión geométrica, mientras que la producción de alimentos lo hacía en progresión aritmética. Es importante, pues, dar al hombre las oportunidades necesarias para que su trabajo produzca más de lo que consume. Los trabajadores colaboran en el proceso de producción aportando su fuerza y su inteligencia a cambio de una retribución, en dinero, que se denomina salario. Se considera que trabajan, que realizan trabajo, todas aquellas personas que participan en el proceso productivo aportando directamente sus esfuerzos y sus conocimientos: lo mismo obreros que oficinistas, campesinos, escritores, etc.

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